Presentación y Testimonios


«Amigos fuertes de Dios»
Vida Consagrada,
Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2015


Presentación

La Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que venimos celebrando en la Iglesia cada 2 de febrero —en la festividad de la Presentación del Señor en el Templo— desde que fue instaurada por san Juan Pablo II en 1997, tiene en esta ocasión un brillo especial al situarse en el marco del Año de la Vida
Consagrada convocado por el santo padre Francisco y coincidir, además, con el Año Jubilar Teresiano; es un precioso regalo para la Iglesia, a la vez que una gran oportunidad de evangelización.

A los objetivos habituales —alabar y dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada y promover su conocimiento y estima por parte del Pueblo de Dios— se suman en esta ocasión los específicos del Año de la Vida Consagrada, que nos invitan a «mirar al pasado con gratitud», «vivir el presente con pasión», y «abrazar el futuro con esperanza», para dar gloria al Padre Celestial por la historia de salvación que va escribiendo en nuestra vidas, renovar la confianza en su Providencia y ser presencia apasionada de su amor misericordioso para los hombres y las mujeres de este tiempo de gracia que nos ha correspondido vivir.

Son estos «tiempos recios», que diría santa Teresa de Jesús, y «son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (Libro de la Vida 15, 5). A esta amistad, que se forja en la intimidad de la oración, estamos todos convocados, y de manera especial las personas consagradas, llamadas a testimoniar la alegría que nace del encuentro con el Señor y nos dispone a llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra con una solicitud especial por las periferias existenciales.

En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, la Doctora Mística nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción. El mensaje de oración que nos entrega santa Teresa de Jesús es muy necesario en este tiempo, en que estamos tentados por el reclamo y
el compromiso del mundo exterior, por el trajín de la vida moderna y por tantas ocupaciones que nos distraen de lo verdaderamente esencial. Somos atrapados por lo urgente e inmediato y olvidamos lo importante y esencial.

El Señor nos dice también hoy, como a Marta en Betania: «Marta, Marta, andas inquieta por muchas cosas. Solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte y no se la arrebatarán». Y es que «quien a Dios tiene, nada le falta; solo Dios basta».

Con este espíritu resuenan en nuestro corazón las palabras del papa Francisco a los consagrados en la vigilia de apertura del Año de la Vida Consagrada: «¡Despierten al mundo! ¡Despierten al mundo (...). Sea el Evangelio el terreno sólido donde avanzar con coraje. Llamados a ser “exégesis viviente” del Evangelio, sea eso, queridos consagrados, el fundamento de referencia último de vuestra vida y misión. ¡Salid de vuestro nido hacia las periferias del hombre y de la mujer de hoy!

Por esto, hay que dejarse encontrar por Cristo. El encuentro con Él empujará al encuentro con los otros y llevará hacia los más necesitados, los más pobres. Es necesario llegar a las periferias que esperan la luz del Evangelio. Hay que habitar las fronteras. Esto pedirá vigilancia para descubrir las novedades del Espíritu; lucidez para reconocer la complejidad de las nuevas fronteras; discernimiento
para identificar los límites y la manera adecuada de proceder; e inmersión en la realidad, “tocando la carne de Cristo que sufre en el pueblo”. (...)

Delante de vosotros se presentan muchos desafíos, pero estos existen para ser superados. “¡Seamos realistas pero sin perder la alegría, la audacia y la dedicación llena de esperanza!”».

Lo suplicamos por intercesión de nuestra Madre, María, mujer fuerte y valiente, modelo y maestra de quienes deseamos ser y vivir como «amigos fuertes de Dios».

✠Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada



Testimonio de una religiosa misionera


Proclamo Señor la grandeza de tu amor infinito para conmigo. Te ensalzo porque siempre te has acordado de mi pequeñez, débil y frágil, y, de manera especial, cuando he sido infectada por el virus del Ébola en Monrovia, me llenaste de la gracia de paz y serenidad para luchar contra este adversario.

Te alabo y te bendigo, Señor, por tu presencia y tu paso por mi vida durante ese tiempo de incertidumbre, soledad, abandono e impotencia; ante el desafío por lo que veía y oía en el entorno donde muchos estaban infectados por este virus, y en el que otros perdían la vida, como los cinco
misioneros con los que compartíamos la misión (Chantal y Hnos. de San Juan de Dios).

Me diste ánimo y valor para hacer frente, sin miedo, sino con fuerzas, ayudando y apoyando a otros tanto física como moralmente.
Te doy gracias por tu mano poderosa, porque tu amor es más fuerte que la fuerza del mal, porque me has librado de la muerte que me pudo haber causado este virus.

Mi espíritu se alegra en ti, Señor, porque me has hecho revivir y he vuelto a nacer, me has abierto puertas y ventanas para vivir con más esperanza, ilusión y entrega mi compromiso misionero en la Iglesia como Misionera de la Inmaculada Concepción.

 Gracias, Padre, por haberme llamado a vivir la experiencia de tu amor y hacer partícipes a otros de esta gracia.
Se alegra mi espíritu también por la vida de tantos hombres, mujeres y
niños, que han superado este tránsito en sus vidas.

Te doy gracias, porque eres compasivo y misericordioso, porque has puesto en este camino a muchos samaritanos que supieron ayudarnos.
Acuérdate de los pueblos que siguen estando afectados por este y otros virus, y no dejes que tus hijos y sus descendientes sean olvidados; al contrario, colma de tus bienes a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Gracias, Padre, porque sigues contando conmigo para contribuir en tu plan de salvación; gracias, porque me has hecho instrumento para llegar a los corazones sedientos de fe, esperanza y amor.
¡A ti la alabanza! Amén.

Paciencia Melgar Ronda, MIC





Testimonio Vida Religiosa

Ahora lo comprendo: en mi camino encontré mujeres y hombres decisivos, que marcaron el futuro que ahora transito agradecido y confiado.
Eran personas con dificultades, fragilidades, pobrezas, manías, debilidades, limitaciones invisibles para mí en aquel entonces. Dios les hizo piezas
claves en Su particular conquista de mi corazón y de mi atención, fueron sacramento humano de sanación y aliento, lumbre y lanzadera. Ellos han
sido mis amigos fuertes de Dios
.
Unas carmelitas contemplativas, desde su silencio y su fraternidad, me abrieron al sentido del misterio; unos ancianos religiosos (carmelitas) en un
monasterio me abrieron al gozo y al desafío de la sencillez y la alegría de las cosas simples; un anciano sacerdote, con su escucha, me hizo sentirme importante, y
despertó la pregunta por la vocación; una mujer, que había muerto hacía 400 años, Teresa de Jesús, me contagió su pasión por Jesucristo, un deseo ardiente
de adentrarme en esa relación con Cristo vivo que ahora quemaba también la dispersión de mi vida, recogiendo mi caudal en sus «lindos ojos».
Ahora lo reconozco: Leocadio, Ceferino, Amador, Antonia, Isabel, Ascensión, Consuelo, Matías, Valentín... y tantos otros sacerdotes, religiosos
y religiosas que fueron pequeños y decisivos instrumentos,

Amigos fuertes de Dios para esforzar mi vida flaca, en medio de la reciedumbre de sus propias luchas y afanes cotidianos. Todos ellos me lanzan al terreno, sin excusas, de
la entrega y la alegría. Algo de todos ellos pervive en mí con la fuerza del viento que arranca las hojas secas del lamento, y en memoria de cada uno y
de tantos religiosos y religiosas que entregaron silenciosa, gratuitamente su vida, me invitan a ser escucha paciente, abrazo sin recompensa, perdón sin límites, tiempo perdido en la acogida, mirada a los ojos, rescate de la dignidad olvidada, canal de encuentro con un Dios vivo, alegre. Todo eso y tanto de lo que yo he sido agraciado en cada una de aquellas y aquellos amigos fuertes de Dios en tiempos siempre recios de cruz y, por eso, de resurrección.

Ahora me despierto: «Se nos va la vida, hijo, dice mi madre, que es otra gran amiga fuerte de Dios. Al decirlo me encara con otro dogma teresiano:
no esperar a mañana, y no despreciar mi pobreza. Hoy nos jugamos la vida en el amar y dejarnos amar. Madre Teresa, ¿quién supiera amar así a Dios, a Jesús y y a cada ser humano? ¡Enséñanos tú, por favor, desengáñanos! Hoy tengo cita con Dios en el silencio, en cada otro, entre los pucheros y en lo inesperado. Ahí me va la vida. Aquí tienes mi vida.

Miguel Márquez Calle
Carmelita descalzo


Testinonio Vida Contemplativa

Vivimos tiempos «recios», en los que la condición débil de la Iglesia aparece tantas veces en los medios de comunicación. Una contemplativaclaustral los vive como cualquiera de vosotros y los vive con vosotros,porque desde el corazón de Jesús se siente amiga y hermana de loshombres y mujeres de su tiempo. Ningún corazón hay tan grandecomo el de quien se lo ha dado a Cristo, porque recibe cien veces másenhermanos, hermanas, madres, hijos... (cf.Mc10, 30). Con toda la Iglesiasabemos que llevamos en nosotras mismas también la muerte de Cristo—su debilidad—, para que también la vida y la fuerza del Resucitado semanifieste en nuestra pobreza (cf. 2Cor4, 10).

Por eso nuestra vida, anclada en el poder Dios, que se manifiesta en ladebilidad, os dice: «Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillasvacilantes» (Is
35, 3). Seamos fuertes porque las aguas torrenciales no podránapagar el amor fuerte de Cristo, ni anegarlo los ríos (cf.Cant8, 7). Tal amornos está llamando a corresponder con un amor recio. Quien primero nosha llamadoamigos(cf.Jn15, 15) espera nuestra respuesta para ser «amigosfuertes de Dios», en palabras de santa Teresa de Jesús.

En la vida contemplativa claustral tal amistad fuerte tiene unamanifestación en «tratar muchos ratos a solas con quién sabemos nos ama».
Lo hacemos en soledad, una soledad repleta de Presencia, y en la vida y laoración, henchidas de la Palabra que se escucha en el silencio.

Desde esta soledad y silencio os gritamos: no tengáis miedo, «el poder deDios se manifiesta en la flaqueza» (2Cor12, 9).

Paz y Bien.
María Alegría del Espíritu Santo, osc
Hermanas Pobres de Santa Clara


Testinonio de nuevas formas de consagración

Amigos fuertes de Dios
«La nueva evangelización se ha transformado en discernimiento, es decir, en capacidad de leer y descifrar los nuevos escenarios, que en estas últimas décadas se han creado en la historia de los hombres, para convertirlos en lugares de anuncio del Evangelio y de experiencia eclesial»
(Instrumentum laboris del Sínodo para la Nueva Evangelización, n. 52)

La nueva evangelización pide que se visibilice un modelo de Iglesia queesté a la altura de los retos que lanza el mundo de hoy a la fe cristiana y a laIglesia universal. La riqueza y variedad de instituciones nuevas que surgenen la Iglesia son testimonio de cómo la vida consagrada es ya en sí misma unaelocuente expresión de la presencia del Señor Resucitado (...), como unaespecie de Evangelio desplegado durante los siglos
.
El Espíritu Santo ha capacitado de forma especial a las nuevas formasde vida consagrada para la nueva evangelización. Se trata de comunidades evangelizadoras en donde la base está la consagración bautismal, dignidad que revela su vocación a la santidad y al apostolado, la participación en la misión de Cristo, como también los carismas que el Espíritu Santo da a los bautizados, según el plan sabio y generoso de Dios, la importancia de la Palabra de Dios para la transmisión de la fe, la fraternidad universal, la comunión de todos como elemento esencial e imprescindible de la misión.

La mayor eficacia en la construcción y el anuncio del Reino que nace del derecho de todos los hombres al Evangelio, lleva a estos nuevos consagrados a ser testigos con audacia misionera; no solo atender situaciones sociales y culturales que necesitan ser evangelizadas, sino que, ante todo, su razón de
existencia está en el mandato de Jesús resucitado, que define la razón misma de la existencia de la Iglesia:
«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»
 (cf.Mt 28, 18-20).

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»
(cf. Mc 16, 15).

Referirnos las formas nuevas de vida consagrada es descubrir que estamos ante la presencia de un florecimiento y renacimiento misionero de las primeras comunidades cristianas, que enviaron apóstoles al mundo entero a llevar con ardor interior la Buena Noticia de Jesucristo, impulsados
y vivificados por el Espíritu Santo.


Teresa Rodríguez Aremas,
FmVd

Instrucción Caminar desde Cristo, n. 2. 11

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