Esta Jornada la instituyó el papa Francisco el 30 de septiembre de 2019, a través de la carta apostólica, en forma de motu proprio, Aperuit illis, en la que anunció: «Establezco que el III domingo del tiempo ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios» (n. 3)”. La iniciativa tiene como objetivo dedicar concretamente un domingo del año litúrgico a la Palabra de Dios para darla a conocer al mundo.
La Conferencia Episcopal Española se une cada año a la celebración de este Día y anima a su celebración con la publicación de los materiales que elabora el área de Pastoral bíblica de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado.
La lectio divina para meditar y vivir la Palabra de Dios
El obispo responsable del área de Pastoral bíblica, Mons. Julián Ruiz Martorell, presenta los materiales donde invita «a favorecer en las parroquias la creación de grupos de escucha orante y lectura creyente de la Palabra de Dios. Y lo mismo se puede aplicar a los movimientos, grupos y asociaciones. En nuestro contexto social y eclesial es imprescindible tener familiaridad con la Sagrada Escritura».
En este sentido, recuerda, además, que «necesitamos leer la Palabra de Dios en el silencio de nuestros hogares. Y es imprescindible escucharla comunitariamente cuando la Palabra se proclama en la liturgia. Porque allí es Cristo mismo quien habla. Y también se debe dar un tercer paso: compartir en grupo el eco que esta Palabra produce en cada persona. Y conocer la resonancia que esta Palabra ha producido en la tradición viva de la Iglesia. Especialmente, los santos son los grandes oyentes y sus vidas han sido un comentario vivo a lo que han escuchado y asimilado».
Desde este área de Pastoral bíblica de la CEE se ofrece para enseñar a leer, meditar y vivir un texto de la Palabra de Dios el método de la lectio divina, que es un método sencillo y una práctica antigua en la Iglesia. Para ello proponen tres esquemas de lectio divina: la primera para niños, tomando como base el salmo responsorial; la segunda, para jóvenes, a partir del texto de la primera lectura; y la tercera, para adultos, desde el Evangelio.