ANTONIO HERRERA, MISIONERO SALESIANO EN BURKINA FASO


Soy Antonio Herrera, sevillano, 52 años, de los cuales llevo 20 en África del Oeste. Llevo 3 años en una nueva fundación misionera salesiana de Uaga. Vivimos en un barrio marginal de la capital, al que dieron el nombre de Belleville. Siendo una ciudad enorme que crece de manera desproporcionada, estos barrios carecen de todos los servicios sociales mínimos: alcantarillado, agua corriente, electricidad, escuelas, dispensarios… Desde que llegamos aquí, intentamos ganarnos la confianza y el amor de los niños y de los jóvenes, a través del Oratorio, esa plataforma de tiempo libre inventada por Don Bosco que permite un contacto humano y directo a través del juego, el deporte, la danza, los paseos. Al no tener locales propios, jugábamos en plena calle, o bajo un hangar de palos y paja cuando el calor o la lluvia se hacían difíciles de soportar. Cientos de niños y algunos jóvenes monitores benévolos que nos ayudan forman esta gran familia en la que se aprende a convivir, a jugar, a respetar, a rezar también.

Conociendo la lucha cotidiana por sobrevivir de la mayoría de estas familias pobres, hemos abierto un pequeño Centro Sociocultural. Tiene como objetivo esencial ayudar a los jóvenes de ambos sexos, entre 15 y 25 años a adquirir ciertas competencias esenciales para lanzarse o mejorar el trabajo que realizan ya: telar tradicional, reparación de motos, peluquería, cocina; a estos oficios de formación rápida, se añaden la alfabetización y la informática. Unos 150 jóvenes reciben la formación, y los grupos se renuevan. Como religiosos y sacerdotes, ayudamos a la parroquia en la celebración de los sacramentos y en la animación de grupos juveniles.

Lo que me anima y entusiasma de este país es la población que lucha cada día por sobrevivir y una Iglesia que crece desde la base, gracias a la fe activa de muchos cristianos. Como misionero, me siento evangelizado por los niños que recorren tantos kilómetros para llegar a la catequesis, por los jóvenes que se ofrecen a animar los juegos de sus hermanillos pequeños del barrio en el Oratorio, por los hombres que reconstruyen su capilla de palos y paja, por las mujeres que se organizan para sostener a las más pobres, enfermas o viejas de entre ellas. ¡La Iglesia de aquí es misionera porque contagia la fe!

Los misioneros salesianos están presentes en 130 países del mundo desde hace 140 años. En el año 1875 partieron los primeros enviados por Don Bosco. En todas las presencias se recoge lo que Antonio nos ha comunicado. Los salesianos dedican toda su vida a estar con los niños y jóvenes, buscando su formación, su educación, su crecimiento como personas y cristianos.

Pero fijémonos en lo que hemos escuchado al final, Antonio se siente evangelizado por los niños, jóvenes, hombres y mujeres de Burkina Faso, y es que toda persona es imagen de Dios, toda persona tiene un valor incalculable. Y tú, ¿miras a todas las personas así? ¿Has llegado a despreciar a alguna persona? Abre los ojos y descubre lo bueno de cada compañero, de cada persona que se cruza en tu vida…, todos te aportarán algo, Dios te hablará a través de ellos.

CITA EVANGÉLICA:
“Que cada uno estime a los otros más que a sí mismo… Que reine la concordia entre vosotros. No seáis, pues, altivos; más bien poneos a nivel de los humildes.” (Rm 12,10.17)

RECURSOS DIGITALES: 

(compartimos un objetivo: Burkina Faso)

ORACIÓN:
Señor, Tú me hablas a todas horas, con suavísimos acentos;
me hablas como en secreto, pero estoy distraído y no sé escucharte.
Ayúdame Señor a estar en vela,
a tener los ojos y los oídos abiertos para que pueda
reconocerte caminando a mi lado. Amén.